Friday, October 16, 2009

Ejercicio 5: A veces en la tarde cuando salgo por la calle me pregunto ¿en dónde estás?

A los doce o trece años me hice la fanática mexicana más grande de Catherine Zeta-Jones. Compraba todo lo que veía de ella, así fuera una revista Vanidades de 50 pesos por el simple hecho de que su fotografía diminuta adornaba los horóscopos. Perfumes y maquillaje de Elizabeth Arden, películas, propaganda, soundtracks, etcétera, incluso saqué la cuenta una vez y había gastado aproximadamente 15 mil pesos rindiéndole homenaje.


Un día, me enteré que regresaría a nuestro país para filmar la secuela de La máscara del zorro. Me emocioné demasiado, TENÍA que ir a la Hacienda Gogorrón en San Luis Potosí, donde se llevaría a cabo la mayor parte de la filmación. Le platicaba a todo mundo de mi júbilo y emoción, hasta que di con la persona indicada: Lulú, mi prima hermana que se la vivía en mi casa; comentó que el hermano de su papá era no-sé-qué en el gobierno de aquel estado y seguramente podía echarme la mano en algo, prometió preguntarle ASAP. Así lo hizo. Transcurrida la semana tenía yo una habitación reservada en el mismo hotel donde se hospedaba ella y pases exclusivos a la Hacienda. Mi emoción era grande, de niveles indescriptibles, lo único que necesitaba era trasladarme lo más pronto posible. Corrí con mi papá y le conté la buena nueva, no le pareció mucho, pues Lulú es sobrina de mi mamá, y a él, su familia no le cae ni a mentadas de madre, pero de todas formas prometió llevarme en el transcurso del mes. No lo hizo, ni ese, ni el mes que siguió, ni el que siguió, ni el que siguió... Caí en una depresión adolescente terrible, y me hice adicta a las caminatas diurnas en donde le preguntaba al sol si estaba siendo testigo de los pasos de mi Catherine, si seguía en México, o mejor aún, si había visitado Gudalajara. Pero por más que la busqué, no la encontré.

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