Amo a mi ciudad y al mismo tiempo estoy cansada de vivir en ella. Han pasado ya muchos años desde que me di cuenta que Guadalajara no es lo mío y tampoco lo son las grandes ciudades. Añoro vivir en una ciudad pequeña, tranquila. Será quizá porque San Cristóbal de las Casas en Chiapas y San Miguel de Allende en Guanajuato se robaron por completo mi corazón y cuando pienso en mi prototipo de ciudad perfecta de inmediato me remito a esas dos.
A veces pienso que estoy atrapada aquí, pues ha habido un par de ocasiones en que he tenido la oportunidad de irme y cuando ya casi todo está listo, los planes cambian de manera radical y tan simple como eso, me quedo donde mismo. A pesar de ello, soy de la idea de que las cosas pasan por algo, hago paz con ello e intento disfrutar mi estancia, aquí y ahora. Tengo mi plaza favorita, mi café favorito y año con año espero con ansias tanto la Feria Internacional del Libro como el Festival Internacional de Cine.
Orgullosamente tapatía, eso soy. Y es todo esto una especie de amor-odio tan inefable y contradictorio…
Me gusta que a pesar de ser una gran ciudad conserva su toque de provincia. Ergo detesto verla cada vez más sucia, más descuidada, más llena de contaminación y menos oportunidades.
Cada vez que me ha tocado hacerla de guía de turistas me apasiono de mi ciudad de tal manera que pareciera que la turista soy yo, tomo fotos, paseo emocionada, descubro cosas nuevas, rincones nuevos y me detengo a conversar con las personas que tienen alguna historia para compartir.
Lamento decir que es probable que no sea yo la guía de turistas que cualquiera podría querer ya qué, por alguna extraña razón siempre pero siempre termino perdiéndome a mí y a mis visitantes.
Me gusta Guadalajara y me gusta su gente, el olor a tierra mojada y sus edificios tan llenos de historia. Es probable que no viva aquí el resto de mi vida, pero el cariño que le tengo y la emoción que me provoca hablar de ella, permanecerá siempre en mí.
La vez que fui a Zapopan, Blanche no se perdió y me compartió un cachito del lugar al que ahora llama hogar.
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