Wednesday, December 23, 2009

Si algo está enfermo, está con vida…


De enfermedades y anexos. Buen tema para estas fechas, ¿no?

He pasado dos semanas con la frase que le da nombre a éste post rondando en la cabeza. Las ideas han venido de la misma manera en que se han ido, sin darme el tiempo para aterrizarlas. Hasta que, esta tarde, mientras caminaba por las calles del centro y miraba a todas esas personas yendo y viniendo por todas partes,  me dio por recordar en lo que hacía yo aquel 23 de diciembre del 2008… Es curioso, pues me parece tan lejano y cercano a la vez.
Hace exactamente un año sentía que no podía más con cierta tristeza crónica que regularmente me acompaña. Mi corazón estaba enfermo, muy enfermo, y me anunciaba así, lo vivo que se sentía. Quizá más que de costumbre…

Era martes. Llovía en San Cristóbal de las Casas. Estaba sola y al mismo tiempo rodeada de gente. Extraños que se convirtieron en mis amigos y mi familia. Personas de cualquier edad, que por diferentes circunstancias veíamos –y sentíamos- juntos el tiempo pasar, entre melodías, lágrimas, alcohol y tabaco. 
El corazón me dolía, las lágrimas no dejaban de brotar. Andrea me dijo que llorara cuanto quisiera, que esa noche, vaciara por completo mi corazón, pues sólo así, encontraría aquello que fui buscar…
-¿No crees que es mejor hacerte a la idea de que las cosas son así? –me miró sonriendo- Y ese sentimiento, sin cambiar, irá hacia algún lugar lejano que no tiene fin y habrá de desaparecer…



Ha pasado ya un año de aquella noche. Mi corazón late al ritmo de la música aún, y sigue vivo.

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