Ni la desidia ni la flojera me han llevado a tardarme tanto en escribir este post. Quizá se trata de un sentimentalismo extraño que llegó hace unos días cuando quise redactar mi texto; hablé de todo y de nada, de lo feo que sería morir aplastado por un edificio en medio de las grietas que se harán con el movimiento de las placas tectónicas, de todas las cosas que diría si mañana el mundo se fuera a terminar, etcétera, pero nada me convenció...
Hoy, regresaba de la FIL (Feria Internacional del Libro) con una sonrisa enorme en la cara, hice 40 minutos a pie de ahí a mi casa y me di la oportunidad de pensar; tal vez sí tengamos una fecha límite, un día en el que la especie humana vea su último amanecer, dé su respiro final, pero mientras eso no suceda, me di cuenta de que todos los días es el fin del mundo para alguien, y no sólo para aquellos que fallecen, sino los que cambian y se reivindican, como yo: últimamente han sucedido tantas cosas, que mi mundo, el que conocí durante 18 años, se está terminando. Ya no soy la Adriana deprimida que veía por los demás antes que ver por ella misma, no soy quien no opinaba porque el qué dirán siempre fue bien importante. Cambié, y el valle de lágrimas se secó (por lo pronto), ahora recibo con los brazos abiertos otra etapa, que aunque tiene toda la pinta de estar 'cabrona', es distinta, y los cambios siempre son buenos... A pesar de que me duele dejar atrás todo aquello, decirle adiós a las personas que están decidiendo alejarse y ver que junto con ellos, se va la Adriana del pasado, la que ya tuvo su fin del mundo. And I feel fine.
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Creo que esta reflexion, es el proposito principal que tiene este blog. Excelente post Ad.
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